sábado, 10 de mayo de 2014

Arcoiris Memorable y Eterno


Se escribe una historia de 50 años
con sus días y sus noches.

Días que se hicieron eternos en los últimos 12 años.
Tardes maduradas por la inclemencia de otoños,
mientras se arrancaban sus hojas aún verdes.

Noches dolorosas haciéndose cómplices 
de un destierro inmisericorde 
con olor a angustia, a desgarros
a penas.

Y se abren esos barrotes 
por una milésima de segundos 
sientes el aire correr
la brisa tocar tu rostro 
y una sensación de vida, de aliento.

Un arrebato de alegría se materializa, 
en ese último instante cuando 
has sobrevolado las rejas.

Aluvión de Sensaciones

Define dolor en tu diccionario
y verás que estás lejos del calor y la humedad inconsolable de mis lágrimas
y de esta terrible soledad que aprieta mi pecho
y esos temblores que se agitan en este ser,
violentado por la necesidad de sentirte a través de la distancia.

De besar tu rostro tan pronto cierro mis ojos,
de percibir tu aroma con este sentido que no es el sexto
sino uno de los tantos que crecieron en mi
al no tenerte cerca...de mi piel, de mi tacto.

Dolor?  Lo difícil de conjugar cuando se entremezclan
tantas emociones dispares, unidas en una amalgama de suspiros
que solo se recrean por ti... por nosotros.

Dolor, cuando no es delirio,
solo este sentimiento de impotencia
y de resistir el pesar de saberte allá y no aquí
para siempre.

Dolor, sembrar una duda en mi pensamiento,
forjar una ilusión persistente
que me toque la piel y bese mis labios.
Que cubra mi nariz con movimientos alados,
que clave su mirada en la mía,
atrayéndome hacia si.

Dolor, vestido de blanco
una estela luminosa
semblante límpido, puro.
Sonrisa angelical
unos brazos extendidos que añoran
el cobijo templado de lo que fue tu esencia aquí
mientras estuviste conmigo.