El inestimable valor de la poesía,
aquella dama que grita con silencios desaforados
las verdades que todos callan,
elegante hasta para quejarse con malas palabras de sus sinsabores,
de lo que se esconde, de lo tuyo, de lo mío, de lo de todos.
Y tiene el valor de parir esperanza,
de cobijarse bajo la sombra de un árbol frondoso en medio del árido desierto,
de saciarse de un mar de lágrimas convertidas
en torrente límpida y caudalosa.
Y los ayes, los convierte, ora en sonrisas,
ora en carcajadas que resuenan...
invitándonos a su fiesta...
Quien escribe lo hace por una razón, empujado por una convicción, su realidad, una ilusión, por sentimientos que pueden ser indiferencia, odio y amor, también por necesidad, por ambición, ah! porque Dios le ha dado ese don!, mis dedos bosquejan, mis sentidos alertas, pensando en ti, en él, en ella, en aquellos, en aquellas. Se despoja mi alma y mi pluma empieza a crear letras de alegrías, de tristezas, de pasión, de melodías, de sonidos y sinfonía y todo vuelve una vez más a la vida!